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domingo, 30 de septiembre de 2012

Los "niños de la guerra" celebran en Rusia sus 75 años de exilio

 
RTVE - Moscú, 29 sep (EFE).- Los "niños de la guerra", los pocos que quedan en Rusia de más de 3.000 menores españoles que fueron evacuados durante la Guerra Civil a la Unión Soviética, celebraron hoy el 75 aniversario de la llegada al país que ya nunca llegarán a abandonar.
 
Dibujos infantiles y fotos de los "niños" a partir de 1937 y hasta la década del 50, danzas folclóricas de las diferentes regiones de España y canciones populares españolas y rusas impregnaron de nostalgia la velada celebrada en el Centro Español de Moscú con motivo del aniversario.
 
"Los que más sufrieron las consecuencias de la guerra fueron los niños mandados a la Unión Soviética. Los que fueron a Francia o Bélgica sí pudieron volver. Estos niños no pudieron regresar, nunca", dijo a Efe Dolóres Cabra, presidenta de la Asociación Guerra y Exilio (AGE).
 
De los más de 30.000 niños españoles evacuados durante la Guerra Civil poco más de 3.000 fueron a parar a la Unión Soviética.
 
"Tuvieron que esperar a la muerte de Stalin para poder regresar. Aún así muchos se quedaron en los campos del Gulag, murieron en la guerra o por el hambre, o quedaron desaparecidos. Además, estos niños tuvieron una presión muy grande por parte del Partido Comunista de España (PCE)", explicó la dirigente de AGE.
 
Francisco Mansilla, presidente del Centro Español, lamenta no haber podido regresar.
"Perder la patria es horrible.Teníamos que haber regresado en 1939. No nos dejaron salir. En cambio, mis hermanos que estaban en Francia volvieron todos. Cuando los soviéticos nos dieron permiso para volver, en 1956, yo ya estaba casado y me quedé", dice.
 
Dos o tres decenas de "niños de la guerra" y varias decenas más de sus descendientes llenaron la sala y el escenario del Centro Español, situado a poco más de un kilómetro del Kremlin.
 
"Muchos están enfermos, no ven bien, no pueden andar, y otros son muy mayores, por lo que no podrán venir. Todos tenemos entre 70 y 90 años", explicó Mansilla.
 
Los sobrevivientes narran como fueron recibidos
Los asistentes recordaron hoy sus vivencias de hace 75 años, de cómo legaron entonces a la URSS y la cordial acogida que les dieron los soviéticos.
 
"Cuando teníamos que bajar del barco en Leningrado había muchos rusos que venían a recibirnos. Tantos, que parece que (las autoridades) tuvieron miedo de que alguien viniera a cogernos que nos hicieron volver al barco y pasamos allí la noche. Nos recibieron con flores y con mucho cariño", recuerda Antolina Etxeberría.
 
Tres expediciones en barcos, que salieron de los puertos de Valencia, Santurce y Gijón, fueron organizadas para salvar a los niños de los combates y bombardeos.
 
En la URSS, los niños, principalmente vascos y asturianos, fueron distribuidos en 14 casas de niños, donde les esperaban maestros españoles y manuales en español.
 
Sin embargo, pocos años después la II Guerra Mundial atrapó a los refugiados que habían huido de la Guerra Civil Española.
 
Los que para entonces alcanzaron mayoría de edad, 256 en total, partieron voluntarios al frente.
En total, 206 españoles caídos en combate, otros 216 que murieron en la retaguardia a causa de los bombardeos, el hambre, las enfermedades y otras penurias de aquella larga y cruel guerra fue el precio que pagó la comunidad republicana española por la independencia de la URSS.
 
Las tumbas españolas están diseminadas por el territorio de la ex URSS
Las tumbas españolas, cuando las hay, están diseminadas por el vasto territorio de la ex URSS, desde el Báltico hasta Crimea y el Cáucaso, y desde Bielorrusia hasta los Urales, Asia Central y Siberia.
 
Tras terminar la guerra, los jóvenes españoles fueron abandonando las casas de niños para empezar a trabajar o estudiar carreras.
 
De ellos, 746 recibieron enseñanza superior y se licenciaron principalmente en Ingeniería y Medicina, pues, según los dirigentes del PCE, "España necesitará médicos e ingenieros".
 
Luego, una primera ola de repatriación se hizo posible en los 50, que continuaría después a cuentagotas en los 60, 70, 80, 90...
 
"Nosotros ya no volveremos, ni siquiera para que nos entierren en nuestra tierra", dice uno de los "niños" que y prefiere no decir su nombre.
 
Ántolina le abraza y añade: "Espero que jamás, en ninguna parte del mundo, pase lo que nos pasó a nosotros. Nunca más. Los hijos tienen que vivir con sus padres. Y en su patria".
 

sábado, 29 de septiembre de 2012

Conmemoración del 75 Aniversario de la evacuación de los niños españoles a la antigua URSS durante la guerra civil

En una excursió en las afueras de Moscù
 
AGE- 28/9/12
El 29 de septiembre de 2012 a las 15,00 h. se celebran en Moscú los actos en conmemoración del 75 aniversario de la evacuación de los niños españoles a la antigua URSS, coordinados por María Teresa Casero, con la presencia de la Presidenta de AGE, Adelina Kondratieva y de la Secretaria General, Dolores Cabra. Tendrán lugar en el Centro Español de Moscú (C/ Kuznetskiy Most 18/7) 107031-Moscú.


El Programa de actos es el siguiente:

1. Palabras preliminares del Presidente del Centro Español, Francisco Mansilla. Con la intervención de Araceli Ruiz, Presidenta de la Asociación de los niños de la guerra de Asturias y de Adelina Kondratieva y Dolores Cabra, Presidenta y Secretaria General de la Asociación Archivo Guerra y Exilio.

2. Inauguración de la Exposición de fotografías, documentos y dibujos de los niños de la guerra, coordinada por María Teresa Casero, con la colaboración de la Asociación Archivo Guerra y Exilio (Fondo del Centro Español de Moscú) y el ANC (Archivo Nacional de Cataluña).
Y la muestra de la medalla de plata de la villa de Gijón, otorgada a la Asociación de los niños de la Guerra de Asturias.

3. Concierto poético musical dirigido por Luis García Luque.

Fotografías y documentos del Centro Español de Moscú en el enlace:

sábado, 22 de septiembre de 2012

El Dínamo de Kiev

Fotografía de la previa del partido

Texto de "El futbol a sol y sombra" de Eduardo Galeano.

(...) "Un monumento recuerda, en Ucrania, a los jugadores del Dínamo de Kiev de 1942. En plena ocupación alemana, ellos cometieron la locura de derrotar a una selección de Hitler en el estadio local. Le habían advertido:
-Si ganan mueren.

 Entraron resignados a perder, temblando de miedo y de hambre, pero no pudieron aguantarse las ganas de ser dignos. Los once fueron fusilados con las camisetas puestas, en lo alto de un barranco, cuando terminó el partido." 

miércoles, 19 de septiembre de 2012

Homenaje a Agustín García Ruíz

 
Agustin García Clavé 18/9/12 - Dedicada a mi padre Agustín García Ruíz. Muerto en combate en la aldea de Kuchevskaya (Postov na Donu) el Seis de Enero de 1943. Luchando contra las hordas fascistas en las lejanas tierras de Rusia. La primera estrofa de la canción dice más o menos así:
 
A veces pienso que los soldados que
no regresaron de los campos sangrientos,
lejos de nuestra tierra,
una vez muertos,
se convirtieron en grullas blancas,
que volando en formación cada primavera regresan a su tierra.




jueves, 13 de septiembre de 2012

Juan Cobo: un gran periodista, un gran intelectual

 
AGE, Archivo, Guerra y Exilio 8/9/12 
Ha fallecido en Alcossebre (Castellón) el periodista e intelectual, niño de la guerra español evacuado a Rusia, Juan Cobo.

Juan Cobo nació en 1933 en Teruel donde estaba destinado su padre, funcionario de policía de la República. Tras la derrota, la familia hubo de exiliarse. Vivió en Rusia la mayor parte de su vida. Como con tantos otros niños de la guerra criados en Rusia, España perdió con él un enorme intelectual, un gran periodista, un muy inteligente analista.

Sin embargo no lo perdió realmente. En su nueva patria estudió, peleó, trabajó, destacó en muchos campos del pensamiento y el periodismo, y allí todos sabían que era uno de aquellos españoles llegados de niños y que ya no pudieron regresar hasta muchos años después.

Aquí sin embargo nunca fue reconocido. Incluso cuando por primera vez quiso visitar su país de origen le negaron la entrada, y cuando al fin tras la Dictadura pudo entrar con pasaporte ruso, le negaron repetidamente el pasaporte español al que tenía derecho por ley.

En la URSS trabajó en fábricas como obrero y vivió en condiciones muy duras tras la segunda guerra mundial. Posteriormente pasó a estudiar en la universidad a la vez que seguía en la fábrica hasta licenciarse y comenzar su carrera profesional en la radio, a lo largo de los años colaboró y participó en la dirección de las más prestigiosas revistas de literatura, política y cultura, y acabó siendo responsable editorial de algunos de los más importantes núcleos de edición rusos.

Desde esas posiciones fue el primer editor de muchos de los grandes críticos del sistema soviético, entre ellos de Sajarov, fue el introductor en Rusia de los más destacados escritores e intelectuales españoles de la oposición al franquismo, como Juan Goytisolo de cuya amistad gozaron ambos tantos años.

Al llegar los tiempos de cambio, de la transparencia, y la apertura en la URSS, fue uno de los más firmes defensores de aquella vía y publicó el más importante análisis de la época sobre la situación bajo el título“El único camino”, nunca traducido al español, e irónica burla del título con el que Dolores Ibarruri y la dirección del PCE habían publicado en los años cincuenta su ortodoxa historia de la España contemporánea. No en vano en su larga labor de crítico desmitificador y un tanto sacrílego, ya viviendo en España, publicó un durísimo artículo sobre el papel de Dolores Ibarruri en la vida de los emigrados españoles en la Rusia Soviética que le valió las más acerbas críticas de un mundo aún excesivamente ortodoxo.
 
Tras los cambios de fin de siglo se radicó definitivamente en España adonde había regresado ya años antes su anciana madre. Decía que comenzaban nuevos tiempos que ya no le correspondían y prefirió su vida retirada en su España natal donde siguió trabajando como corresponsal de las más importantes agencias de prensa rusas, fundamentalmente Novosti.

Sus rigurosos análisis de la realidad española publicados durante años en la prensa rusa sirvieron muchas veces de guía de trabajo para los dirigentes de la nueva Rusia, cuya amistad siguió cultivando hasta el último momento. Su casa en un apartado pueblo de la costa de Castellón era punto de reunión continuo de numerosos intelectuales y políticos rusos, cuya amistad se mantuvo unida al más profundo respeto a sus criterios y posicionamientos.

Nunca dejó de cultivar la amistad de otros niños de la guerra españoles de los que muchos habían llegado a destacar notablemente en la vida intelectual y artística soviética. Fue un firme colaborador y socio de la Asociación Archivo Guerra y Exilio, AGE, a la que aportaba continuamente criterios y rigurosidad.

Siempre mantuvo una gran amistad con la más destacada intelectualidad latina, entre ellos García Márquez, Marsé, Vázquez Montalbán, Brice Echenique, y tantos otros cuyos libros tenían habitualmente como traductora a su compañera, Ludmila Sinianskaia, una de las más reconocidas traductoras literarias a la lengua rusa, y cuyas ediciones en Rusia alcanzaban centenares de miles de ejemplares.

Todo esto constituye un gran acervo de cualidades profesionales, intelectuales y sociales de este gran periodista, pero no son nada separadas de sus grandes cualidades humanas: Era un hombre rebelde, de criterio, nunca aceptaba que le impusieran lo que él no había querido escribir, pero nunca dejó de hablar, discutir, comentar todas las ideas que no compartían sus interlocutores. Siempre irónico, siempre con inteligencia y sentido más humanístico que simplemente político. Era un hombre profundamente honrado, un enorme trabajador, un agudo pensador, un hombre amplio de mundo, viajero, estudioso, y español, ruso y sobre todo universal.

Juan Barceló, miembro de la Junta Directiva de AGE

miércoles, 5 de septiembre de 2012

La historiadora Irina Scherbakova, entrevistada por Stefan Reinecke para el diario Taz

 
 
Sinpermiso 2/9/12
La historiadora Irina Scherbakova, entrevistada por Stefan Reinecke para el diario taz, sobrepor qué Stalin vuelve a ser visto en Rusia como un líder fuerte mientras sus crímenes pasan a un segundo plano.
¿Hay en la sociedad rusa un renacimiento de Stalin?
Irina Scherbakova: En general puede decirse que no. La sociedad rusa está profundamente dividida. Lo muestran, también, las fuertes discusiones existentes en torno a la figura de Stalin. Una parte de la sociedad rusa vuelve a celebrar a Stalin como símbolo de la Unión Soviética, de un estado fuerte.
 
¿Qué es lo que fascina en el 2012 de Stalin?
El culto a la personalidad de Stalin ha de considerarse históricamente. Ya en época de Brézhnev apareció la imagen de Stalin como contrapunto vital a un politburó senil. Algo parecido ocurrió en los noventa durante la era Yeltsin, cuando el estado era débil y la ola de privatizaciones fue para muchos una catástrofe. A mediados de los noventa Stalin se convirtió en una pantalla de proyección para los deseos de la población de un líder fuerte, algo que puede considerarse como un impulso nostálgico.
 
¿Qué aspecto tiene la imagen de Stalin con Putin?
Putin se presentó a sí mismo desde el comienzo como un dirigente fuerte. La democracia y la libertad de prensa no juegan en esa presentación ningún rol, mientras que se otorga al patriotismo y la imagen de una Rusia fuerte una gran importancia. Durante la legislatura de Putin éste fue cada vez más nuestro discurso histórico, que podría resumirse tal que así: pongamos punto y final a la presentación negativa de nuestro pasado, veamos lo positivo en nuestra historia. Así lo formuló el propio Putin. Un papel clave en este discurso lo juega, en consecuencia, la victoria en 1945 en la Gran guerra patria, con Stalin como supuesto artífice de esta victoria.
 
¿Los crímenes del estalinismo pasan de ese modo a un segundo plano?
No sólo pasan a un segundo plano, sino que desaparecen o son relativizados hasta hacerlos irreconocibles. Pero el mito de Stalin se alimenta hoy de otras causas, concretamente de la insatisfacción con el presente. Para muchos rusos los gobernantes actuales hacen como si fueran fuertes y patrióticos, pero en realidad son corruptos, tienen su dinero en el extranjero y envían a sus hijos a las mejores escuelas británicas. Stalin es en esta fantasía la imagen completamente opuesta a esta élite, un dirigente popular modesto, sencillo, auténtico.
 
¿Es por ese motivo tan difícil reconocer los crímenes del estalinismo?
El motivo principal es que no hay ninguna narrativa para el estalinismo, en cualquier caso ninguna narrativa sencilla. En el estalinismo no es fácil distinguir con frecuencia a las víctimas de los criminales, que a menudo se convirtieron en víctimas, y eso realmente es lo que caracteriza al sistema: que cualquiera podía llegar a convertirse en una víctima de él. Todos eran hasta cierto punto parte del sistema. Hubo víctimas que terminaron en el gulag y continuaron en él siendo firmes partidarios de este sistema.
 
No hay, pues, a diferencia de otros crímenes colectivos, como el genocidio, una identidad colectiva como víctimas.
Exacto. Tome el ejemplo del conocido mariscal Tujachevski. En 1921 reprimió brutalmente las insurrecciones campesinas y la revuelta en Kronstadt. Ese mismo año se convirtió en la cabeza visible del Ejército rojo. En 1937 fue ejecutado por Stalin durante el Gran terror. ¿Tujachevski es criminal o víctima? Ambas cosas. ¿Qué ocurre con los agentes del NKVD [servicios secretos, anterior al KGB, N.T.] que asesinaron y torturaron y acabaron ellos mismos siendo torturados y asesinados? Sus familias, sus hijos y sus nietos los consideran víctimas. En un cierto sentido lo son, pero que también fueron autores de crímenes brutales es algo que, hasta el día de hoy, es relativizado. Hubo cientos de miles de personas que en las reuniones de los colectivos de trabajo durante el Gran terror simplemente aprobaron lo que sucedía y reclamaron la muerte de los llamados enemigos del pueblo. Por miedo, por adaptación al sistema o por convicción.
 
¿Era un sistema que convertía a prácticamente todo el mundo en sus defensores y potenciales víctimas?
Sí. Aunque muy, muy debilitada, también se daba esta constelación en la RDA [República Democrática Alemana]. También allí muchos se sintieron como víctimas del sistema aunque, al mismo tiempo, participasen de él, en parte como autoprotección. Esta frontera borrosa aumenta en el estalinismo enormemente debido a la hipocresía, algo que quizá no hubo en el nacionalsocialismo. En el nacionalsocialismo hubo mentiras. Goebbeles se convirtió en el símbolo de estas mentiras propagandísticas. Pero cualquiera que tuviera interés en conocerla sabía cuál era la doctrina racista de los nazis. En la Unión Soviética, por el contrario, el Terror estuvo encubierto por una monstruosa hipocresía. Porque se reverenciaba la solidaridad, la liberación de la humanidad, el internacionalismo. Esta dicotomía entre el ideal oficial y el crudo terror llegó al absurdo en los testimonios de los procesos de Moscú de los años treinta, en los cuales las víctimas justificaban su propia condena a muerte.
 
Sólo existen unas pocas imágenes de los crímenes del estalinismo. ¿Qué significa eso para la memoria colectiva?
Es un problema difícil. Nos hemos acostumbrado a visualizarlo todo. Sobre todo los jóvenes necesitan imágenes, mucho más que antes. Lo literario, el que yo crecí, ha perdido importancia. Los libros jugaban para nosotros un gran papel. En 1974 leí, o mejor dicho devoré, Archipiélago Gulag de Solzhenitsyn. Además, en mi generación muchos conocían muchos testimonios directos o a los hijos de los asesinados o encarcelados. Este recuerdo familiar directo desaparece y lo hace cada vez más. Sin embargo hay algo interesante que en Europa occidental apenas es tenido en cuenta...
 
¿Concretamente?
En la memoria familiar en Rusia hay un tipo de recuerdo mítico deformado de la época del Terror de Stalin. La diferencia entre el gulag y la vida “normal” a menudo no era demasiado grande. El hambre, el frío, la pobreza y los barracones eran algo típico en la vida diaria de muchas aldeas rusas. El recuerdo de esta pobreza extrema es un componente de la memoria familiar en Rusia. En cierto modo el recuerdo del gulag ha quedado anulado por él, queda eclipsado por esta mitificación. Un lugar común es, por ejemplo, el recuerdo de un bisabuelo que era un campesino próspero y más tarde fue expropiado y encarcelado. O la memoria de una vida dura y caracterizada por las privaciones, la opresión y la violencia, al mismo tiempo que se dice que Stalin fue un dirigente bueno y sabio. Éstas son las paradojas de la sociedad rusa, de su división, y a menudo también de la conciencia histórica patriarcal.
 
… en la que vuelven a aparecer la ambivalencia entre víctima y autor de los hechos del estalinismo.
Ésa es la cuestión clave, a la que se vuelve una y otra vez. Considere por ejemplo a Yeltsin. Su padre fue deskulakizado, esto es, expropiado, encarcelado y condenado a un gulag. A pesar de ello –o quizá debido a ello, y con redobladas fuerzas– Yeltsin se labró una carrera en el partido. Con Gorbachov ocurre algo parecido. Su bisabuelo también fue arrestado.
 
¿El culto a Stalin ha de tomarse en el 2012 en serio o es un fenómeno pop?
Yo no hablaría de culto a Stalin. Según las encuestas, el 30% de la población considera a Stalin una gran figura de la historia, pero a sólo unos pocos, un 3%, le gustaría vivir en aquella época. Sí, la imagen mediática de Stalin se ha convertido en un fenómeno 'pop'. El estalinismo se asocia para muchos a algo horroroso y sangriento, la acción y el mal. En comparación, una vida civil normal se presenta como algo bastante insípido. La televisión rusa vive en buena medida de ello. Hay un sinfín de series de televisión en Rusia ambientadas en la década de los treinta. Estas series no son incondicionalmente proestalinistas, pero trivializan el pasado, lo convierten en algo kitsch. En Alemania se dice a menudo que los documentales de Guido Knopp banalizan el nazismo. Imagínese a Guido Knopp elevado al cuadrado y como ficción y entonces tendrá usted una idea del aspecto de estas series ambientadas en la época de Stalin. Con todo, parece que la televisión comienza a cansarse de Stalin. El incentivo de romper un tabú ha desaparecido.
 
¿Hay en Moscú lugares que recuerden a las víctimas de Stalin?
Muy pocos. Hay una placa en memoria del mariscal Tujachevski en la casa en que vivió. Sin embargo no se menciona el motivo por el que murió en 1937. Esto ocurre a menudo. Las casas en que se planearon y llevaron a cabo los asesinatos apenas tienen placas que lo recuerden. Nosotros, la organización del memorial, hemos luchado durante mucho tiempo para que la sede del Colegio militar del Tribunal Superior, donde más de 30.000 personas fueron condenadas a muerte en procesos rápidos, se convierta en un museo. En su lugar se quiso construir un centro comercial. Al final conseguimos que la casa se declarase patrimonio histórico. Pero no existe nada parecido a la “Topografía del terror” de Berlín. La resistencia contra todo lo que recuerda al terror de Stalin, a los museos, monumentos o placas, es enorme. La Lubyanka, donde miles de personas fueron torturadas y asesinadas, sigue siendo, hoy como ayer, la sede de los servicios secretos rusos, el FSB.
 
¿Es un símbolo de que la psicopatología del estalinismo se extiende hasta el presente?
Para una parte de la sociedad, sí. Stalin sigue siendo para muchos un símbolo de una época mejor, una época en la que Occidente temía al imperio soviético. En el fondo no se encuentra más que un sentimiento de inferioridad profundamente arraigado. En parte se trata de una fantasía de venganza adolescente y en parte de sumisión patriarcal. Creo en cualquier caso que con las protestas contra Putin ha comenzado algo nuevo. Debido al reparto sumamente injusto de la riqueza contamos en Rusia, como ocurre también en Europa occidental, con un movimiento de izquierdas en auge. Pero se trata de una izquierda que nada tiene que ver ya con Stalin. Eso muestran también las encuestas: quien es joven y tiene una formación no es ya receptivo a una imagen positiva de Stalin. Ésa es nuestra esperanza.

Irina Scherbakowa es profesora de Historia en la Universidad de Moscú.

Traducción para www.sinpermiso.info: Àngel Ferrero