Españoles en el ejército soviético.
Archivo: Asociación de Descendientes de Exilio Español
Archivo: Asociación de Descendientes de Exilio Español
14 de mayo de 2012
María Serrano Velázquez, Rusia Hoy
María Serrano Velázquez, Rusia Hoy
Como cada sábado de mayo cercano al Día de la Liberación, la Asociación de Descendientes del Exilio Español, organiza un acto homenaje a todos aquellos hombres y mujeres que lucharon contra las bombas fascistas en las guerras de Europa.
El pasado 12 de mayo, en el cementerio madrileño de Fuencarral se rindió homenaje a aquellos brigadistas rusos que defendieron desde el ejército republicano a la población civil en plena guerra de España, sin olvidar a aquellos niños españoles que tuvieron que partir en barcos a la URSS y combatir en su juventud en el frente ruso. Dicen que la memoria esta llena de olvido. Sin embargo, este tipo de actos rescata por un instante a todos aquellos valientes que “estaban en el lado correcto de la historia”.
Sus testimonios se entrelazan en una misma etapa cronológica, a pesar de que el campo de batalla fue bien distinto. En plena Guerra Civil española, cuando los bombarderos de la Legión Cóndor nazi asediaban Madrid, aparecieron en escena aquellos aviadores rusos que desde el aire protegieron a la población madrileña. En aquella contienda solo se escuchaba un lema: No pasarán. “En noviembre de 1936 los brigadistas rusos tuvieron un papel muy importante en la defensa republicana de la capital”, destaca Luz Divina García, presidenta de la Asociación de Descendientes del Exilio Español. Una fecha simbólica que los convirtió para siempre en los héroes del cielo de la capital, a pesar de que se encontraban en inferioridad con respecto al otro bando. 78.500 italianos y 19.000 alemanes contra 2.000 soviéticos no era un buen contrapeso en la batalla.
Los moscas, aparatos aéreos de pura ingeniería soviética, no eran pilotados solo por brigadistas rusos. En sus cabinas de hierro también sobrevolaban jóvenes españoles que realizaban el curso de pilotos en la ciudad rusa de de Kirovabad. Francisco Meroño fue uno de aquellos jóvenes. En abril de 1937 se presentó en el aeródromo de los Alcázares como voluntario del curso de pilotos. La guerra estaba empezada y las maniobras debían de ser rápidas y eficaces. Esto provocaba que en tan solo cuatro meses, los voluntarios volvieran como “expertos” pilotos de caza en la defensa republicana. Para muchos de ellos, era un sueño convertirse en aviador de un ejército. Sin embargo, muchos perdían la vida por su falta de experiencia. “No tenían miedo y eran capaces de enfrentarse a los cazas nazis como buenos valientes”, afirma Dolores Meroño, hija del piloto republicano. Tras su preparación, el aviador Meroño comenzó a formar parte de una escuadrilla de “Moscas” en Totana (Murcia), que después cubrió el frente de Madrid. En aquellos combates aéreos sus compañeros lo apodaron para siempre Diablo Rojo.
Al otro lado del mapa, los niños de la guerra combatieron también en el frente ruso para otro episodio histórico bien distinto: la Segunda Guerra Mundial. Luis Lavín lo recuerda, como superviviente de aquellas hazañas, a sus ya 87 años. “Cuando era niño partí en un barco con mi hermana hacia la URSS. Mi padre trabajaba en la embajada soviética y pudo arreglar los papeles. Tarde más de 20 años en poder regresar”. El testimonio de este bilbaíno no es una historia aislada, sino que representa la huida de aquellos niños republicanos que partieron hasta muy lejos en busca de una vida mejor. “Cuando tenía 15 años entré a trabajar en una fábrica como técnico en Moscú. Y una mañana un miembro del ejército soviético vino a reclutar voluntarios para participar en la aviación. No lo dudé un momento pero tuve que decir que tenía dos años más para que no me dejaran fuera. Solo admitían a los jóvenes mayores de 17”. En su memoria octogenaria recuerda su participación en el 407 Regimiento de defensa aérea en el frente occidental del norte. Lavín rememora “la dureza” que representaba perder cada día de combate a varios compañeros. “Nunca volvíamos todos cada vez que nos enfrentábamos a los alemanes en el cielo”. Tras volver a España, Luis señala el poco reconocimiento que ha tenido su labor y la de sus compañeros para el gobierno español. Una pensión de 359 euros es lo único que lo ampara en sus últimos años de su vida. Nadie recuerda que fue un testigo presencial de la historia.
La participación rusa en la Guerra Civil española es calificada por los investigadores como misteriosa a la vez que solidaria. “La República Española quedó aislada del mundo por el resto de las potencias europeas. Solo la Unión Soviética prestó una ayuda importante a su gobierno”, señala Luz Divina García. Según los datos que recoge la Fundación Pablo Iglesias en su libro “Los rusos en la Guerra de España”, 2.015 hombres, procedentes de la URSS, ayudaron a prolongar la larga agonía que sufrían las zonas republicanas. En su defensa hay que destacar la labor incondicional de 772 aviadores.
“Por nuestra libertad y la vuestra”
Todo aquel que se acerque al cementerio de Fuencarral, puede leer en el monolito de mármol dedicado a los brigadistas rusos, una frase cargada de simbolismo: “Por nuestra libertad y la vuestra”. Su mensaje recuerda aquella cruenta lucha que permitió a Europa vivir en democracia. Este camposanto de la capital madrileña es considerado el segundo lugar de memoria internacional. Desde hace nueve años, la Asociación de Descendientes del Exilio Español se reúne en este homenaje con la representación de importantes organismos como es, en este caso, la Embajada Rusa en España. Este acto convoca a familiares, ciudadanos y colectivos que están dispuestos a tener un lugar para todos ellos en su memoria.
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