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sábado, 21 de diciembre de 2013

La Unión Soviética: El primer país en que el aborto fue legal y gratuito



La victoria de la revolución cambió de inmediato y por completo la vida de las mujeres. Las nuevas leyes despojaron a los hombres de los derechos sobre esposas e hijos, aseguraron el derecho al divorcio y establecieron salarios iguales para hombres y mujeres. El matrimonio ya no lo legalizaba la iglesia, sino una ceremonia civil. Las mujeres que daban a luz en hospitales no tenían que pagar nada. El aborto se descriminalizó y después se legalizó en 1920. Ya no se castigaba a las prostitutas y más tarde se eliminó la prostitución. Se abolió el matrimonio infantil, así como la compraventa de mujeres. Los lugares de trabajo permitieron que las mujeres se ausentaran por maternidad y aborto.

Lenin, líder de la revolución rusa, dijo: “La experiencia de todo movimiento de liberación ha demostrado que el éxito de una revolución depende del grado de participación de la mujer”.

EL ABORTO: LEGAL Y A QUIEN LO SOLICITARA  
En 1920 el gobierno soviético emitió un decreto anulando la penalización criminal del aborto. Fue el primer gobierno del mundo en hacerlo:

  “Mientras los remanentes del pasado y las difíciles condiciones del presente obliguen a algunas mujeres a practicarse el aborto, el Comisariato del Pueblo para la Salud y el Bienestar Social y el Comisariato del Pueblo para la Justicia consideran inapropiado el uso de medidas penales y por lo tanto, para preservar la salud de las mujeres y proteger la raza contra practicantes ignorantes o ambiciosos, se resuelve:

  “I. El aborto, la interrupción del embarazo por medios artificiales, se llevará a cabo gratuitamente en los hospitales del estado, donde las mujeres gocen de la máxima seguridad en la operación.” —“Decreto del Comisariato del Pueblo para la Salud y el Bienestar Social y del Comisariato del Pueblo para la Justicia en la Rusia Soviética”, traducido de Die Kommunistische Fraueninternationale [La Internacional Comunista de las Mujeres], abril de 1921, en Women and Revolution No. 34, primavera de 1988.

  En la Rusia zarista las mujeres eran legalmente esclavas de sus maridos. Según las leyes zaristas: “La esposa tiene que obedecer a su marido, como jefe de familia, permanecer junto a él, amarle, respetarle, obedecerle siempre, hacer todo lo que le favorezca y demostrarle su afecto como esposa”

El programa del Partido Bolchevique de 1919 decía: “En el momento actual, la tarea del partido es trabajar en primer lugar, en el reino de las ideas y la educación, para destruir completamente todos los vestigios de desigualdad o viejos prejuicios, particularmente entre las capas más atrasadas del proletariado y el campesinado. Sin limitarse sólo a las igualdades formales de las mujeres, el partido tiene que liberarlas de las cargas materiales del obsoleto trabajo familiar y sustituirlo por casas comunales, comedores públicos, lavanderías, guarderías, etc”.

  La mujer en la Unión Soviética disfrutaba de muchas ventajas, como guarderías sostenidas por el estado, pleno derecho al aborto, acceso a una amplia gama de oficios y profesiones y un alto grado de igualdad económica con sus compañeros de trabajo hombres; en pocas palabras, tenían un estatus que en muchos aspectos era mucho más avanzado que el de las sociedades capitalistas actuales.

  La revolución desató una oleada de optimismo y expectativas de una sociedad construida sobre principios socialistas. Entre los jóvenes había muchísimas discusiones sobre las relaciones sexuales, el cuidado de los niños y la naturaleza de la familia en la transición al socialismo.

La legislación soviética de entonces dio a la mujer de Rusia un grado de igualdad y libertad que no ha sido alcanzado ni siquiera por los países capitalistas “democráticos” económicamente más avanzados de hoy.

Apenas poco más de un mes después de la revolución, dos decretos establecieron el matrimonio civil y permitieron el divorcio a petición de cualquiera de los cónyuges, logrando mucho más de lo que el Ministerio de Justicia prerrevolucionario, los periodistas progresistas, los feministas o la Duma jamás habían siquiera intentado. En el siguiente periodo el número de divorcios subió a niveles altísimos. En octubre de 1918 el Comité Ejecutivo Central (CEC), el órgano estatal de gobierno, ratificó todo un Código sobre el Matrimonio, la Familia y la Custodia que barría con siglos de poder patriarcal y eclesiástico, y establecía una nueva doctrina basada en los derechos individuales y la igualdad entre los sexos.

Los bolcheviques también abolieron las leyes contra los actos homosexuales y todas las formas de actividad sexual consensual. El director del Instituto de Higiene Social de Moscú, Grigorii Batkis, explicó la posición bolchevique en un folleto de 1923 titulado La revolución sexual en Rusia:

En agosto de 1918 se estableció un comité encabezado por A.G. Goijbarg, un profesor de derecho y ex menchevique, para redactar el proyecto del nuevo Código Familiar. Los juristas describían al código como “no legislación socialista sino legislación del periodo de transición”, así como el propio estado soviético, en tanto dictadura del proletariado, era un régimen preparatorio de transición del capitalismo al socialismo (citado en Goldman, Op. cit.).

  Los bolcheviques anticiparon la capacidad de “eliminar la necesidad de ciertos registros, como el registro de los matrimonios, ya que la familia pronto será remplazada por otras diferenciaciones más razonables, más racionales, basadas en los individuos separados”, como dijo Goijbarg con demasiado optimismo. Luego añadió: “El poder proletario construye sus códigos y sus leyes dialécticamente, de manera que cada día de su existencia va minando su razón de ser.” Cuando “los grilletes entre marido y mujer” se hayan vuelto “obsoletos”, la familia se extinguirá, remplazada por relaciones sociales revolucionarias basadas en la igualdad de la mujer. Sólo entonces, en palabras de la socióloga soviética S.Ia. Volfson, la duración del matrimonio “estaría definida exclusivamente por la mutua inclinación de los cónyuges” (citado en Ibíd.). El divorcio se lograría con sólo cerrar una puerta, según lo pronosticaba el arquitecto soviético L. Sabsobich.

“La legislación soviética se basa en el siguiente principio: declara la absoluta no interferencia del estado y la sociedad en asuntos sexuales, en tanto que nadie sea lastimado y nadie se inmiscuya con los intereses de alguien más.”

  El código de 1918 eliminó la distinción entre los hijos “legítimos” e “ilegítimos” usando en su lugar la formulación cuidadosamente redactada “hijos cuyos padres no estén en un matrimonio registrado”. Así, una mujer podía reclamar la manutención infantil de un hombre con el que no estuviera casada.

  El Código también establecía el derecho de todos los niños a la manutención por parte de los padres hasta la edad de 18 y el derecho de cada cónyuge a conservar su propia propiedad. Al llevar a cabo las medidas del Código, los jueces favorecían a las mujeres y a los niños sobre la base de que establecer la manutención del hijo tenía prioridad sobre la protección de los intereses financieros de la parte masculina. En un caso, un juez dividió la manutención de un niño entre tres, pues su madre se había estado acostando con tres hombres diferentes.

LA PROTECCIÓN DE LA MATERNIDAD 
Se tomaron medidas para liberar a las mujeres de tareas como el cuidado de los niños, cocinar y limpiar. Se establecieron guarderías y cocinas comunales en barrios y en grandes factorías. Hacia 1920-21, 12 millones de personas comían en cafeterías comunales (más del 80% de la población de Petrogrado y 93% de la población de Moscú). Los niños comían gratis.

  Inmediatamente después de la revolución, el gobierno lanzó una campaña para brindarle a las trabajadoras instalaciones sociales y culturales y servicios comunales, y para atraerlas a programas educativos y de capacitación. El Código Laboral de 1918 garantizaba un receso pagado de media hora al menos cada tres horas para alimentar a un bebé. Para su protección, durante el embarazo y la lactancia las mujeres tenían prohibido el trabajo nocturno y las horas extras. Esto implicó una lucha constante contra algunos administradores estatales que veían en estas medidas una carga financiera adicional.

  La mayor conquista legislativa de las mujeres trabajadoras fue el programa de seguro de maternidad de 1918 diseñado e impulsado por Alexandra Kollontai, primera Comisaria del Pueblo para el Bienestar Social y presidenta del Zhenotdel de 1920 a 1922. La ley otorgaba ocho semanas de licencia de maternidad plenamente remunerada, recesos para la lactancia e instalaciones de descanso en las fábricas, servicios médicos gratuitos antes y después del parto y bonos en efectivo. El programa estaba administrado por una Comisión para la Protección de Madres e Infantes —adjunta al Comisariato de Salud— y encabezado por una doctora bolchevique, Vera Lebedeva. Con su red de clínicas de maternidad, consultorios, estaciones de alimentación, enfermerías y residencias para madres e infantes, este programa fue quizá la innovación más popular de todas las del régimen soviético entre las mujeres rusas.

LICENCIA MENSTRUAL
En las décadas de 1920 y 1930, frecuentemente se permitía a las mujeres tomarse un descanso de unos cuantos días en forma de licencia menstrual. En la historia de la protección a la mujer obrera, la URSS fue probablemente única en esto. Los especialistas investigaban los efectos del trabajo pesado en la mujer. Una académica escribió: “Mantener la salud de los obreros parece haber sido una preocupación central en la investigación relacionada con la protección laboral en este periodo (Melanie Ilic, Women Workers in the Soviet Interwar Economy: From “Protection” to “Equality” [Trabajadoras en la economía soviética de la entreguerra: De la “protección” a la “igualdad”], Nueva York: St. Martin’s Press, 1999). El trabajo extenuante podía llevar a la interrupción o el retraso en el ciclo menstrual especialmente entre las campesinas.

  Alguien que sepa algo de historia sabe que son imposibles las transformaciones sociales importantes sin la agitación entre las mujeres” K. Marx carta a Kugelmann

“El camarada Lenin hablo conmigo repetidas veces sobre la cuestión femenina. Evidentemente, atribuía al movimiento femenino una gran importancia, como parte esencial del movimiento de masas, del que, en determinadas condiciones puede ser una parte decisiva. De suyo se comprende que concebía la plena igualdad social de la mujer como un principio completamente indiscutible para un comunista” Klara Zetkin “Mis recuerdos sobre Lenin”.

“El grado de emancipación femenina es la mediad natural del grado de emancipación natural” K. Marx“ La sagrada familia” “el cambio de una época histórica puede ser siempre determinado en función del progreso de las mujeres hacia la libertad” K. Marx“ La sagrada familia”

  “Nadie resulta más profundamente condenado que el propio hombre por el hecho de que la mujer permanezca en la esclavitud” K. Marx “La sagrada familia”

"Con la monogamia hacen su aparición, de manera permanente, dos figuras sociales características: el amante de la mujer y el cornudo. Los hombres habían logrado su victoria sobre las mujeres, pero las vencidas se encargaron de coronar generosamente la frente de los vencedores" Federico Engels “El origen de la familia, la propiedad privada y el Estado”

 http://ateaysublevada.over-blog.es/

El Gobierno agasaja a un teniente del franquismo y de la División Azul

El militar fascista entre los generales que homenajean a fascistas
Público - Iñigo Aduriz - Madrid 19/12/2013 
El Gobierno que acabó con las ayudas para la memoria histórica y que sigue haciendo caso omiso al informe de la ONU que le insta a buscar a los desaparecidos durante la dictadura de Franco, también reconoce la trayectoria profesional de aquellos que lucharon por el régimen franquista. Esta misma semana altos mandos del Ejército han homenajeado a uno de esos militares que centraron toda su labor profesional al servicio de la dictadura. 

Según recoge la propia página web del Ejército, dependiente del Ministerio de Defensa que dirige Pedro Morenés, el teniente de Infantería Germán Pérez Casado, que tiene 99 años, recibió en su domicilio este mismo martes la visita del jefe de Fuerzas Pesadas, el general Alcañiz, y del presidente de la Hermandad de Veteranos en Burgos, el general González Bueno, "con motivo de las próximas fiestas navideñas". Se trata, tal y como explica el texto de la página del militar "más veterano de Burgos".

A renglón seguido, Defensa realiza un breve resumen de la trayectoria profesional de Pérez Casado. Explica que nació en octubre de 1914,  y que "estuvo destinado en Seo de Urgel, Cartagena, Cádiz, Bilbao y Burgos", antes de recorrer "prácticamente toda la geografía durante su época de militar en activo". 

¿Un hecho "ultra"?
Pero además, el propio Ejército reconoce que durante el encuentro se entregó al militar "un presente conmemorativo", a pesar de que en la década de los años 40 "fue componente de la División Azul", unidad de voluntarios nazis de la Segunda Guerra Mundial. "El veterano rememoró las experiencias vividas durante su dilatada carrera militar", añade la citada web.

Ante esta información, el diputado de Amaiur Jon Iñarritu ha registrado este jueves una batería de preguntas (ver PDF) a las que Público ha tenido acceso, instando al Gobierno a que de explicaciones ante semejante agasajo "a un militar franquista que para más inri fue un voluntario nazi". Cuestiona el parlamentario independentista si "merece algún tipo de reconocimiento" recordar a esa persona que, insiste, luchó junto a las tropas de Hitler. Y pregunta si el Gobierno considera que este tipo de homenajes "ayudan a cumplir" lo que reivindicó en septiembre la Comisión Europea: "la importancia de preservar la memoria de los crímenes cometidos por los regímenes totalitarios". 

Iñarritu recuerda también que en noviembre trascendió la existencia de un documento interno de Defensa que destacaba que "se temía que se pudieran reactivar sectores ultras del Ejército". Así, pregunta al Ejecutivo si considera que el caso de Pérez Casado "se encuadra dentro de los hechos de carácter ultra a prevenir".

domingo, 1 de diciembre de 2013

Las cenizas de Olga Nin

El largo viaje de una revolucionaria 
Pepe Gutiérrez-Álvarez
Publicado en VIENTO SUR, 11 de julio de 2013 y La Fundación Andreu Nin

El homenaje a Andreu Nin en el Parlament (17/06/2013), nos ha hecho olvidar que, justamente el día antes, tuvo lugar en El Vendrell otro acto simbólico: el entierro de las cenizas de Olga Tereeva Pavlova (1900-1980), segunda esposa de Nin, que había expresado este deseo en sus últimas voluntades. Fue un acto organizado por la Fundació Andreu Nin (FAN) en colaboración con el colectivo La Trinchera, afiliado a la CUP. Hablaron diversos componentes de la Fundació Andreu Nin, en particular Andy Durgan, que efectuó un trazo biográfico de Olga, así como Martí Carnicer, alcalde de El Vendrell, que había facilitado unos trámites legales que el gobierno convergente anterior tenía paralizados. Al final, se cantó la Internacional y el Cant dels Ocells, de Pau Casals, nacido igualmente en el Vendrell (en 1876), y que llamaba a Nin, “l’Andreuet”.

No se sabe mucho de Olga Tereeva Pavlova (Moscú, 1900-Nueva york, 1980), aparte de que fue bailarina, que era militante bolchevique en el soviet de Moscú y oficinista de la Internacional Sindical Roja, los dos ámbitos en los que coincidió con Nin. Ambos contrajeron matrimonio el año 1922 en Moscú. En 1923, Olga tuvo un triple parto, del cual sobrevivieron dos hijas, Ira y Nora. Al año siguiente tuvo otra hija, igualmente fallecida, mientras Nin permanecía encarcelado en París por sus actividades.

Según parece, cuando la maquinaria estaliniana no la quería dejar marchar con Nin, Olga amenazó a matar a las niñas y a ella misma, forzando de esta manera su marcha y el encuentro en la frontera con su compañero. Entonces tuvieron que volver a casarse en Lituania, ya que este país no reconoció su boda en la URSS. Al llegar a Barcelona en 1930, Nin comentó en una entrevista de la revista Imatges que quería tanto a su mujer que se había casado con ella dos veces

Se sabe que Olga hablaba varias idiomas –acabó hablando el catalán correctamente, aunque con un “acento horrible”, según testimonio de María Nin– y que dominaba la lengua rusa, una capacidad en absoluto ajena a las admiradas traducciones de Andreu Nin. Ésta fue .una indicación de Ricardo San Vicente, niño español nacido en Rusia y actualmente reconocido traductor de obras tan importantes como los Relatos de Kolimá, de Varlam Shalamov, sobre la que trató a fondo en una conferencia en la Biblioteca Andreu Nin-Gótico; Ricardo vino a decir que Nin jugó con ventaja en este aspecto. Aunque se daba por supuesto que dicha colaboración existió, nunca había sido señalada.

De alguna manera, esta contribución fue también reconocida por la propia editorial Proa que, al cabo de los años, ya en pleno franquismo, aceptó .la petición de Olga de una remuneración simbólica añadida a la que ya había pagado en su momento, porque reconocían que las traducciones de Nin del ruso al catalán eran obras maestras. /1

Olga había sido militante y era una mujer combativa. Durante la guerra civil formó parte del Secretariado Femenino del POUM. Por eso resulta bastante verosímil la descripción del novelista Juan Carlos Arce, en su obra La noche desnuda (Ed. B, Barcelona, 2008), que evoca una airada intromisión de Olga en el despacho de Andrei Lozovski, principal responsable de la ISR y finalmente sometido a la camarilla estalinista, para exigirle que intercediera a favor del regreso de Nin a España. Después de permanecer durante años en un discreto segundo plano, Olga lideró de alguna manera la movilización de las mujeres poumistas contra la desaparición de Nin y todo lo que le siguió. Olga mantuvo dos tensas entrevistas con el ministro de justicia, Manuel Irujo, y firmó dos atestados de denuncia en los que decía: “en calidad de compañera de Andrés Nin he de denunciar al Juzgado algunos hechos de los que ha sido víctima mi esposo y que presentan la figura de delitos, de los más gravemente sancionados por el Código Penal. Andrés Nin fue detenido el 16 del pasado mes de junio, cuando se hallaba en sudespacho del Comité Ejecutivo del Partido Obrero de Unificación Marxista, instalado en la Rambla de los Estudios. Fue trasladado seguidamente a la Comisaría general de Orden Público, de donde, al cabo de unas horas, fue sacado en automóvil, con destino y dirección desconocidos...”

En otro párrafo dice: “En esta denuncia queremos hacer abstracción del aspecto político de la cuestión, que en su día juzgará y sancionará el proletariado, este aspecto político nos llevaría sin duda a poner de relieve la monstruosidad de que un partido, amparándose en los instrumentos de poder que están en sus manos, detenga yhaga desaparecer a un dirigente obrero, tal como se hizo con Karl Liebknecht, Rosa Luxemburgo y Giacomo Matteotti…”

Esta fue una lucha desesperada, ya que Olga era consciente del proceder de los agentes de Stalin: se trataba de convertir a Nin en un rehén, para que denunciara a su partido a la manera de los procesos de Moscú; en el momento en que esto no pudo ser, la suerte de Nin estaba echada.

Al final de la guerra, Olga y sus dos hijas, siguieron el destino de tantos otros exiliados. Vivieron durante un tiempo en México, un pasaje del que queda una fotografía para la historia: la que reúne a sus hijos con los hijos de Ignace Reiss y Elizabeth Porestki, la autora de Nuestra propia gente (que aquí editó ZYX en 1972 con prólogo de León Trotsky). Todavía al principio de los años cuarenta, Olga mantuvo correspondencia con su suegra, Antonia Pérez, campesina a la que María Nin describe como una mujer entrañable, bromista y bastante ingenua, como evidencia el hecho de que después de acabar la guerra, se hacía eco de comentarios sobre que su hijo igual estaba encarcelado en la Modelo. En Barcelona, la vida del grupo familiar había transcurrió en un tramo barcelonés relativamente reducido: Olga y Andreu vivían en la calle Rosellón 168; la madre de Nin en el Guinardó; otra parte de la familia, en la avenida Gaudí.

Entre los diversos detalles que ofreció Andy Durgan en el acto de El Vendrell, hay uno especialmente curioso: en el certificado de su fallecimiento (22/12/80, fecha de su cremación) consta el nombre de “Olga Nim” (con m) y no Tereeva Pavlova. Si añadimos a esto su clara voluntad de ser enterrada en este lugar, es evidente su rotunda identificación con su compañero mucho más allá de la muerte.

10 de julio de 2013


Notas

/1 Estos detalles y otros referidos a la vida cotidiana de la familia Nin, fueron expuestos por María Nin en el curso del acto de homenaje a Francesc Tosquillas, celebrado en el Museo Santa Mónica, del que existe una grabación distribuida por la Fundació Andreu Nin.