El País / F. S. - Madrid 23/11/2001
Pablo Martín Aceña, catedrático de Historia Económica en la Universidad de Alcalá, ha entrado en la cámara acorazada del Banco de España, a 30 metros bajo el suelo de la plaza de la Cibeles, para contar y tocar los 38 lingotes de oro alemán que se conservan actualmente, con el escudo del III Reich, la cruz gamada y las fechas 1939 y 1942. La visita formó parte de su investigación sobre las relaciones del oro y la guerra civil española y la II Guerra Mundial, cuyas historias aparecen en el libro El oro de Moscú y el oro de Berlín (Taurus), presentado ayer* en el Círculo de Bellas Artes, de Madrid.
*23 de nov. 2011
El historiador Santos Juliá destacó ayer, en la presentación, el carácter detectivesco del trabajo de Pablo Martín Aceña, un experto en política monetaria que ha rastreado el oro que la II República envió a Moscú para comprar armas y el expolio de Hitler para financiar la guerra. 'Como un sabueso, es capaz de montar una trama literaria, con una serie de personajes, con los que mantiene un trato familiar, y en el marco de una historia política. Responde además a las cuestiones políticas que han sacudido el mundo europeo entre 1936 y 1945. El gran mérito del libro es que podemos leer todas las respuestas sobre el envío del oro español a Moscú, en los primeros meses de la guerra, en una decisión improvisada, y sobre el oro del expolio nazi'.
Documentos
La apertura de los archivos de los bancos centrales, sobre todo los bancos de Francia y de Inglaterra, ha facilitado la investigación, según Pablo Martín Aceña, junto con el material desclasificado sobre la II Guerra Mundial por parte de los archivos nacionales de Washington y otros documentos de los archivos militares soviéticos y del Partido Comunista.
'El oro que Negrín envió a Moscú está en Moscú y el oro que compró Franco y envió a Nueva York como garantía de préstamos se quedó en la Reserva Federal', resumió Pablo Martín Aceña. El autor sigue la pista de las 707 toneladas en lingotes y monedas que se vendieron en París y en Moscú y la decisión del Gobierno republicano del envío de las reservas de oro a Moscú para garantizar la compra de armas.
El volumen narra además el expolio de 550 toneladas de oro para financiar la guerra del III Reich, al apoderarse de las reservas de Austria, Checoslovaquia, Hungría, Bélgica, Holanda, Luxemburgo, Italia, Yugoslavia, Albania y Grecia, y a partir de 1942 los tesoros de las comunidades judías de los países anexionados. 'Tras el primer tanque que entraba en una ciudad iba un funcionario del Reichbank para incautarse de los bancos centrales y controlar la emisión de moneda y las reservas'.
La tercera parte del libro está dedicada a la historia española del oro nazi y a las negociaciones, y posterior envío, con los bancos estadounidenses.
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