Texto cedido por Andreu Pages de Lucha Internacionalista
Acto
en el Parlament de Catalunya: Homenaje a Andreu Nin
El 17 de junio se hizo en el Parlamento de Cataluña un
necesario homenaje a Andreu Nin, secuestrado el 16 de junio del 37 y
posteriormente torturado y asesinato por los estalinistas. El acto estaba
organizado por la Fundación Andreu Nin y el diputado del POR en ICV-EuiA, David
Companyon. Después de unas palabras de la Presidenta del Parlamento de Cataluña
y de la Fundación Andreu Nin, Teresa Carbonell, el historiador Pelai Pagès hizo
una amplia exposición de la vida del dirigente revolucionario. También
intervinieron representantes de los grupos parlamentarios ERC, PSC, IC/EuiA y
la CUP, los sindicatos CCOO, UGT y CGT, y varias organizaciones políticas (PCC,
PSUC-Viu, POR, Revuelta Global, Lucha Internacionalista y En Lucha).
Algunas intervenciones fueron duras de tragar. Todo el
mundo reivindicaba la figura de Nin. También quienes en su acción de hoy
obstaculizan cualquier política revolucionaria. E incluso quienes hablaban en
nombre de las organizaciones que lo detuvieron, secuestraron y torturaron: las
que lo mataron y también las que callaron. Ciertamente condenaron el hecho, por
«ignominioso», pero desfigurando el sentido político. Se repitieron tópicos
como que Nin fue víctima de la «intransigencia» y la «falta de diálogo», de una
«política fratricida», del sectarismo «de unos y otros», de la pureza y la
intolerancia de quienes defendían la URSS y la revolución por encima de todo. U
otros, como que la Guerra Civil se perdió por los «desacuerdos » y los
«dogmatismos» dentro de la izquierda, que culminaron en los Hechos de Mayo.
El asesinato de Andreu Nin no es el resultado de un
accidente, del drama de la división entre partidarios de la república y
partidarios de la revolución expresada a los hechos de mayo del 38, ni un hecho
ignominioso dentro de una historia con cosas buenas y cosas malas, ni el
resultado de un debate que se resolvió mal, ni del exceso de intransigencia o
de sectarismo de unos, como escuchamos en las intervenciones de las
organizaciones que se reclaman del PSUC (IC, PCC, PSUC-viu), partido
responsable de la detención de Andreu y la dirección del POUM, junto con
Esquerra Republicana que no hizo la más mínima autocrítica de su complicidad.
El asesinato de Andreu Nin fue el resultado de un plan
premeditado de destrucción física de toda organización que se situara a la
izquierda del estalinismo y no es subordinara a su política. El plan estaba
organizado directamente desde el estado de la ex-URSS y golpeaba a la izquierda
en varios lugares del planeta, a menudo exigía la colaboración de los PC del
país. Recordemos que, después de estos hechos y del asesinato de Trotsky por
Mercader, un militante del PSUC, el partido de Comorera recibió el privilegio
de ser el único partido comunista no estatal que tenía escaño propio en la
Internacional Comunista. El estalinismo actuaba con crímenes de estado, como
terrorismo blanco, que ejecutaba allá donde habían significados dirigentes de
la izquierda. La principal acusación era que eran «trotskystas», que en el
lenguaje estalinista era sinónimo de organización fascista. Esto era así cuando
el estalinismo tenía una posición ultraizquierdista, donde exterla misma
socialdemocracia era «social fascista» y en consecuencia, quien establecía una
política hacia ellos era acusada de colaboración con los fascistas. Después,
con el cambio a la política de Frente popular contra el fascismo, pasó a ser un
fascista quién cuestionara esta política, es decir, quien negara el pacto no sólo
con la socialdemocracia, sino con la supuesta burguesía democrática.
Según los intereses del estalinismo, se pasa de acusar a
la socialdemocracia como fascista a fusionarse con ella en el PSUC, pero
cualquiera que cuestionara una de las dos políticas era acusado de
contrarrevolucionario. La presión estalinista no buscaba sólo la destrucción
física de sus oponentes de izquierda, sino también la destrucción moral de las
corrientes opositoras o de quienes las podían encabezar. La «confesión» que uno
era un agente contrarrevolucionario o directamente fascista, que a menudo
tampoco evitaba la ejecución, era la forma de degradar y desactivar la reacción
contra las condenas. La persona que había confesado, aunque lo hiciera bajo
torturas y presiones, acababa destruida moralmente, lo cual aseguraba el éxito
completo de la represión. Si además firmaba implicando a otros, la cadena
represiva seguía, mientras que conseguía que la traición y delación generara
más dudas en las organizaciones revolucionarias.
Pero que nadie quedara tranquilo, pues el terror también
se extendía sobre los verdugos de hoy, es decir, entre los propios «camaradas
». La mayor parte de los agentes de la NKVD (GPU) que actuaron en el estado
español y participaron en la tortura y asesinato de Andreu después serían
ejecutados en Moscú. Comorera, instigador del odio contra el POUM, cayó en
desgracia y, tratado con total desprecio, acabaría expulsado del PSUC
Los
juicios de Moscú en Barcelona.
El momento de plenitud del terror estalinista fueron los
años treinta. «Fue eliminada la casi totalidad de los viejos bolcheviques y sus
familias, la mayoría de los miembros del Comité Central de 1917 a 1923, los
tres secretarios del partido entre 1919 y 1921, la mayoría del Comité Ejecutivo
entre 1919 y 1924, 108 miembros de los 139 del Comité Central elegido a 1934.»*
En este periodo, los juicios más significativos fueron los tres Procesos de
Moscú.
En juicios preparados, plenos de falsificaciones,
injurias, imágenes trucadas... y bajo la dirección política de Stalin y la
ejecutiva del fiscal Vichinsky, la vieja guardia bolchevique fue humillada,
destruida moral y físicamente, acusada de las peores calumnias. Trotsky, que
había sido expulsado de la URSS, acabaría asesinado en agosto de 1940 en
México.
Miles de militantes de la oposición, la corriente de
izquierdas impulsada por Trotsky, murieron en Vorkuta y otros campos de
exterlaminio stalinistas. Pero los asesinatos persiguiendo «trotskystas»
estuvieron presentes en otros muchos lugares fuera de la URSS, en Barcelona,
Francia, Vietnam... Pocos aguantaron el terror de los métodos del estalinismo y
la GPU/NKVD: destacados dirigentes que habían aguantado años de prisión y
tortura bajo el zarismo, cedían y acababan firmando lo que fuera para acabar el
sufrimiento. Pero no se trata sólo de un problema de capacidad física de
soportar el sufrimiento, sino a menudo de la fortaleza moral con que la persona
a suprimir llegaba a las torturas. Detrás de Nin había un partido que luchaba
por una revolución todavía viva (a pesar de los hechos de mayo del 37), una
lista de compañeras y compañeros que dependían de sus declaraciones... Detrás
de muchas declaraciones de importantes dirigentes bolcheviques hay un proceso
de degeneración de la revolución y de aislamiento del partido.
Del mismo modo, el terror en la retaguardia republicana
orquestado por el PSUC y con la colaboración de ERC preparó una Barcelona
incapaz de resistir la entrada de Franco en la ciudad. La Barcelona
revolucionaria capaz de todo el sacrificio para parar el fascismo, había sido
derrotada meses antes de que Franco entrara por la Diagonal... y la ciudad cayó
sin más resistencia.
Josep Lluis del Alcazar
Militante de Lucha Internacionalista
* Pierre Broué. Los procesos de Moscú. Editorial
Anagrama, pág 45.
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